Nos detenemos hoy un instante para reflexionar acerca de unas reveladoras palabras pronunciadas por Ana Mato, vicesecretaria de Organización y Electoral del Partido Popular, acerca de la estrategia seguida por su partido en materia de comunicación, pero que nos tememos no es exclusiva de los populares. De entrada, creemos que es bienvenida la sinceridad de Mato al afirmar que dedican un “90% a gestión y tan solo un 10% a comunicación”, conocida la dificultad de los políticos para reconocer error alguno.
En otros ámbitos, como el empresarial, este tipo de justificaciones son más comunes como también lo es la escasa lección que de ello sacan las corporaciones. Como afirma el periodista Manuel Campo Vidal en su libro “¿Por qué los españoles comunicamos tan mal?” parece que está permitido justificar con el marchamo de que “no hemos sabido transmitir nuestro mensaje” un fracaso objetivo, sin que ello planté más problemas o establezca un plan que evite volver a cometerlos en el futuro.
Al margen de los motivos que expliquen esta deficiencia comunicativa en el mundo profesional español, cabe de nuevo reiterar el éxito del mensaje basado en valores y la vital importancia que tiene contar con una estrategia clara en este aspecto para, regresando a la política, tener opción alguna de ganar unas elecciones, pues al fin y al cabo, ese es el trabajo de los partidos políticos como tales.
Si especulamos levemente, podemos establecer que la victoria de Obama en Estados Unidos ha dado un espaldarazo a la comunicación política y, en ese sentido, puede que las palabras de Mato sean fruto de las conclusiones que desde el PP se hayan sacado de la campaña norteamericana. La presencia de asesores de la campaña del presidente electo estadounidense en España durante el último mes, ha espoleado también la conciencia colectiva sobre el valor de estas estrategias que, no obstante, de nada servirán si los partidos piensan sacar de ellas réditos inmediatos y, sobre todo, si se niegan a enterrar antiguos vicios que les condenan.
El ejercicio es simple; si en las próximas semanas o meses observan a miembro alguno de un partido político explicar su derrota (mejor hablaría de “éxito relativo”) como un fallo en la transmisión del mensaje, la evidencia de su inmovilismo caerá sobre ellos. Y nada más lejos de la ciudadanía a la que cotidianamente apelan que ser incapaces de conectar con ella por no usar los mecanismos adecuados. Suficientes razones para que, entre todos, comencemos a tomarnos en serio esto tan “vulgar” de saber hablar bien.
1 comentarios:
Queremos saber ya quién ha ghanado.
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