Obama dejó su único desliz en la puesta en escena para cuando ya no había marcha atrás. El ansia, el nerviosismo o un fallo sin más, hizo que el recién estrenado presidente estadounidense se lanzase antes de tiempo a jurar su cargo, en lo que imaginamos que quedará como una anécdota para futuras generaciones.
El discurso de Obama estuvo marcado por dos líneas de argumentación aparentemente incompatibles, aunque no en la lógica discursiva. Dios y los retos que Estados Unidos afronta. La presencia de religiosos en la ceremonia, las alusiones comentadas y la fe, estuvieron presentes en cada párrafo del discurso de toma de posesión, al tiempo que Obama señalaba lo que serán los cuatro grandes puntos de actuación para su gobierno: la crisis económica, las guerras abiertas, la independencia energética y la atención asistencial.
A decir verdad, la alocución de Obama estuvo marcada por el equilibrio entre lo mítico de la ceremonia y lo pragmático de la situación real del país. Precisamente, ese repaso a los problemas capitales de Estados Unidos indica un gran sentido pragmático, como también lo señala la explícita afirmación “tenemos que levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a reconstruir América”. En el mismo sentido interpretamos las menciones al liderazgo de Estados Unidos, su prosperidad y su capacidad para “ponerse al frente de nuevo”.
Por tanto, creemos que lejos de vagas formas retóricas, el discurso de Obama se ha acercado más a lo que significará la hoja de ruta de la administración encabezada por el presidente 44 de la historia de Estados Unidos,
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