17 de marzo de 2009

El conflicto estadounidense-israelí


Israel lleva poco más de un mes enfangado en negociaciones poselectorales una vez el sistema electoral del país ha mostrado toda la crudeza e inutilidad de su funcionamiento. De aquellos comicios salió un ganador, el Kadima, y un futuro gobierno, el encabezado por el Likud. Esta evidente contradicción, que pone el futuro ejecutivo israelí en manos de partidos minoritarios, el ultaderechista Yisrael Beiteinu de Avigdor Lieberman, es aún más preocupante porque en su historia, Israel se ha mostrado como un estado inestable en las que coaliciones de este estilo han naufragado. Y, también, por el incuestionable papel prioritario que tiene la cuestión árabe- israelí en la agenda política internacional y, en concreto, en la de su aliado histórico, Estados Unidos.

En concreto, Barack Obama ha mostrado, en boca de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, su ambición de dar un nuevo impulso a las negociaciones de paz entre Israel y Palestina, actualizando la creación del Estado árabe que pareció consumarse durante los acuerdos de Oslo de los años 90 y que se intentó rescatar, sin éxito, en Anápolis en 2007. Pues bien, hoy la ambición estadounidense es mera declaración de intenciones a la vista de las opiniones que el designado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu (en la imagen) y su jefe de la diplomacia, el citado Lieberman, tienen sobre el tema. Por si fuera poco, Cisjodania sigue poblándose de asentamientos judíos, lo que provoca, por un lado, la inviabilidad de la creación de un Estado palestino por una cuestión de espacio físico y, por otro, otorga a los colonos una cuota de poder que limita una hipotética acción de los líderes israelíes en contra de estas construcciones.

Con este panorama sacamos, al menos, dos conclusiones en otros tantos terrenos:

1) Electoral: la repetida constatación de ineficacia por parte del sistema de elección israelí debe llevar a una reflexión sobre la razón de ser del mismo y, si cabe, a una reforma que evite la inestabilidad del país fomentada por la obligación de formar coaliciones contra-natura como medio para alcanzar la jefatura del gobierno.

2) Política: aunque el acercamiento de EE.UU a Siria e Irán puede rebajar la tensión en la zona, la confrontación entre los aliados respecto a la creación de un Estado palestino, añade dudas al futuro político del próximo gobierno israelí, pero sobre todo, plantea el aplazamiento de un problema que está próximo a llegar su punto de no retorno, en opinión de Gershom Gorenberg. A día de hoy, una cosa ha cambiado en las relaciones entre las administraciones de EE.UU e Israel y es que, el uno para con el otro, son el mayor obstáculo para la aplicación de sus planes.

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