24 de marzo de 2009

Kosovo: el atolladero comunicativo de Zapatero


De la reciente historia de la comunicación corporativa siguen quedando algunos posos de consecuencias temibles para las empresas, relacionadas con aquellos tiempos en los que el silencio era una forma de glamourosa distinción pese a ser el denominador común entre las corporaciones. Los peldaños que se han subido desde aquella situación primigenia han desembocado en la sistematización en el acceso a la información de las empresas, que consagra un hecho previo: la comunicación exterior es producto de la interna. En tanto, resulta complicado determinar la posición de una empresa, un gobierno para el ejemplo que nos interesa, si los indicios señalan que la comunicación interna ha brillado por su ausencia y se ha pretendido la persuasión a través de improvisación y dosis de gesto grave, como seña de una posición ética irreprochable.

Los errores del Gobierno en la gestión de la comunicación sobre la retirada de las tropas españolas de Kosovo parten de un hecho trascendente: el cálculo erróneo en las consecuencias que la decisión tendría para el debate político interno y la imagen exterior de España. Constata esta base el momento de la decisión, un año tras la autoproclamación de la independencia kosovar que deshecha la coherente explicación gubernamental y el enredo a propósito de si se ha tratado de una medida colegiada por el Gobierno o sólo por algunos titulares ministeriales, junto al presidente.
-----------------------------------------------------------------
Si el presidente Zapatero evita comparecer
en el Congreso reafirmará una pésima
gestión comunicativa

-----------------------------------------------------------------

Con todo, se ha logrado que la agenda mediática, ese preciado bien propiedad de los ejecutivos de turno, se haya convertido en “fuego amigo” del Gobierno y la coherencia que asoma entre la polvareda, un clavo ardiendo al que aferrarse el Ejecutivo para no reconocer un fallo de gran calado que, paradójicamente, sus rivales políticos no critican desde la perspectiva que les es propia.

A terminar de complicar la situación contribuye la intención del Ejecutivo de evitar la comparecencia del presidente Rodríguez Zapatero en el Congreso para explicar la decisión. De producirse, se reafirma una pésima gestión comunicativa caracterizada por las contradicciones, prefiriendo así, ocultarlas bajo el manto del silencio parlamentario, al tiempo que se obvia una circunstancia que no les es ajena para casi nadie: la posición del Gobierno se agrava con el silencio y las apelaciones al patriotismo de los rivales políticos y los medios de comunicación.

Que el debate político sobre Kosovo se haya podido sobredimensionar no debe ser un pretexto para que el Gobierno esquive una responsabilidad que cumplir de la mano de las explicaciones públicas.

0 comentarios: