Cerca de 200 millones de estadounidenses llamados a las urnas, un índice de participación que se espera más alto que nunca (cercano al 65%, es decir, unos 130 millones de personas), cientos miles de voluntarios movilizados por los candidatos para que ningún potencial votante se quede en casa (Obama cuenta con una legión de 1,5 millones). Palas quitanieves por si el tiempo no acompaña, ayudantes para ancianos, mítines en tres estados Obama y en siete McCain, el mismo día de la elección. El mundo pendiente de las papeletas mariposa y de las colas frente a las máquinas electorales. Pero sobre todo, un dato que tardaremos unas doce horas en conocer: si a la una de la mañana hora española, cuando cierren los colegios electorales de Florida y Virginia (una hora antes lo hace el de Indiana), los resultados dan la espalda al republicano, Obama podrá comenzar a saborear lo que parece una victoria cantada. Los tres estados son ahora mismo “grises”, al igual que Misuri, Ohio, Georgia y Carolina del Norte. Si McCain no logra hacerse con ellos, que se despida de ganar las elecciones. Por si fuera poca presión, los últimos sondeos dan una ventaja al demócrata de 7.3 puntos.
En definitiva y después de lo que hemos venido comentando en las últimas fechas, sólo nos queda por rescatar el triunvirato de preguntas con el que los estadounidenses irán hoy a las urnas. Un elenco de cuestiones planteadas por el famoso “hacedor” de campañas, Karl Rove:
-¿Es un líder fuerte?
-¿Puedo fiarme de él?
-¿Se preocupa de gente cómo yo?
A partir de mañana sabremos quién se acerca a ese perfil.
0 comentarios:
Publicar un comentario