1 de noviembre de 2008

Si McCain es presidente


Además de la considerable sorpresa que provocaría una reelección republicana, especialmente lejos de Estados Unidos, el nacimiento de la Administración McCain traería consigo una serie de problemas derivados nada desdeñables. Como se encarga de repasar Tom Bevan en la web Real Clear Politics, McCain se vería incapaz de ejecutar algunas de sus propuestas más populares, como el aumento en el número de tropas en Irak o los recortes fiscales a compañías, que prevé.

La razón se encuentra en el control del Congreso. A la par que la elección de nuevo presidente, el martes se producirá la renovación de un tercio del Senado y de toda la Cámara de Representantes, órganos fundamentales para la aprobación de leyes económicas y de seguridad nacional, entre otras. Para los demócratas, el mayor interés se centra en aumentar su representación en el Senado y en mantener la de la Cámara de Representantes (235 demócratas contra 199 republicanos). Ese afán se explica debido a que si alcanzaran la cifra de 60 senadores (ahora tiene 49, los mismos que el Partido Republicano), pondría fin a la práctica del filibusterismo parlamentario, una treta basada en la capacidad de los senadores para retrasar la aprobación de un proyecto de ley tanto como duren sus argumentaciones al respecto. Puesto que no hay límite de tiempo, un senador puede estar hablando indefinidamente sobre una ley, con el único propósito de bloquearla. La única forma de acabar con esta práctica es a través de una moción de clausura que necesita 2/3 de la Cámara, una medida complicada de conseguir. Sin ir más lejos, durante la última legislatura los republicanos paralizaron parte de la legislación demócrata utilizando esta artimaña.

De ese modo, si se produce esa mejora de resultados por parte de los demócratas en esas otras elecciones, Bevan plantea problemas de operabilidad para el nuevo Gobierno estadounidense. Además, tampoco se le escapa al periodista y cofundador de Real Clear Politics que durante la campaña electoral se han producido hechos no menos preocupantes para una futura Administración republicana. La mayoría de la prensa estadounidense ha mostrado abiertamente su apoyo a Barack Obama, lo que podría ahondar en el sentimiento de desilusión de casi la mitad de la población y ni el propio Partido Republicano se ha mostrado como un frente sólido de apoyo a su candidato. De hecho, incluso su número dos, Sarah Palin, ha hecho la guerra por su cuenta distanciándose de la doctrina oficial en los últimos días de campaña.

El panorama, siguiendo este razonamiento, sería desolador para el nuevo gobierno americano, pues hablaríamos de una Administración impotente para hacer prevalecer sus leyes en el Congreso, sin contar con el rechazo generalizado, al menos en el corto plazo, de la prensa, de buena parte de la sociedad y de facciones del propio partido. Ante una situación así, y aprovechando el título que Bevan le da a su columna, ¿debería McCain querer ganar estas elecciones?

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