Entremos en la retórica populista, en este caso de Hugo Chávez. Cuando tras las elecciones municipales felicitó a la oposición y pidió, no se sabe por qué, que esta reconociera al jefe del Estado, es decir a él, los partidarios del régimen chavista se apresuraron a proclamar ese acto como ejemplo de la democracia que impera en Venezuela. En primer término, sorprende que esos mismos defensores que con tanta virulencia califican la celebración de elecciones en otros países como una simple puesta en escena muy alejada de la verdadera democracia, se vanagloriaran de que la jornada electoral en Venezuela transcurriera sin incidentes ni sospechas, lo que le convertía al país caribeño en el paradigma del respeto a la soberanía popular.
Pero además de los hechos puntuales, si tuviéramos que resumir la retórica a la que antes hacíamos mención en una sola palabra, esta sería “victimismo”. Conocido el afán de Chávez, Ortega y el resto de miembros del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) por crear enemigos en el imaginario colectivo, el mandatario venezolano ha empleado muy poco tiempo en poner boca arriba sus cartas. La maquinaria chavista, que tras el varapalo del referéndum de 2007 y el menos considerable de las municipales renqueaba, ha sacado a relucir todo su arsenal y pide el procesamiento del alcalde de Maracaibo y de varios directores de medios de comunicación. ¿El motivo? Un complot para asesinar al presidente venezolano. Superada la frivolidad de Chávez al permitirse frivolizar sobre la cuestión violenta que cuesta la vida a 13.200 venezolanos cada año, este repulsivo montaje llama la atención, dado el afán del presidente venezolano en presumir del respaldo de las Fuerzas Armadas.
Para hacernos a la idea de las características de estos regímenes, sirva la confesión de Manuel Zelaya, presidente de Honduras, que sin cortapisas reconoció su apelación a la corrupción y el fraude para vencer en las elecciones de 2005. O el cierre del Parlamento nicaragüense por parte del presidente Ortega y sus secuaces para que la oposición no pueda presentar un recurso para la celebración de nuevas elecciones. O, en resumen, la permanente búsqueda en el exterior de las razones que llevan a los países mencionados a actuar de la manera autocrática que acostumbran, en la que el lenguaje cobra una importancia colosal, como fórmula de cohesión ante el enemigo y generador de un permanente estado de pasividad en el que cualquier acción del benefactor (el Gobierno) genera una adhesión inquebrantable. Así se explica la persecución de Chávez a los medios de comunicación discrepantes, con el cierre de Radio Caracas Televisión en 2007 y la actual acusación de complot. Que nos tomemos a broma “Aló presidente” no significa que no sea un eficaz objeto de propaganda.
1 comentarios:
No me diga que no dirá nada de las legislativas y municipales rumanas...
Arriba tiene ENGLISH VERSION
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