Las expectativas se han cumplido. En el momento en el que John McCain y Sarah Palin comparecen con admirable elegancia ante sus seguidores para reconocer la inapelable derrota que han encajado, Estados Unidos abre una etapa histórica con Barack Obama consagrado como nuevo presidente de los Estados Unidos. A falta de conocer los resultados definitivos, el demócrata superará con holgura los 300 delegados y buscará la mayoría en el Senado.
Con esta elección se pone fin a las especulaciones sobre el sentimiento racista en Estados Unidos, el efecto Bradley y la tradicional dificultad de los demócratas para mantenerse firmes en sus principios. La percepción que los estadounidenses tienen de Obama, al que han considerado como un líder fuerte, fiable y comprometido con gente como ellos, ha llevado al senador demócrata a la presidencia del país y, a buen seguro, han dado una razón de optimismo al resto del mundo que esta madrugada observaba con atención la decisión norteamericana.
Con esta elección se pone fin a las especulaciones sobre el sentimiento racista en Estados Unidos, el efecto Bradley y la tradicional dificultad de los demócratas para mantenerse firmes en sus principios. La percepción que los estadounidenses tienen de Obama, al que han considerado como un líder fuerte, fiable y comprometido con gente como ellos, ha llevado al senador demócrata a la presidencia del país y, a buen seguro, han dado una razón de optimismo al resto del mundo que esta madrugada observaba con atención la decisión norteamericana.
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