1 de octubre de 2009

El valor (relativo) de un referéndum

España se conmocionó hace un par de semanas por la convocatoria de una “consulta popular” (la precisión en el término es digna de mención) en un pueblo catalán hasta entonces más bien desconocido y que responde al nombre de Arenys de Munt. Se trataba de hacer visible la desafección de los vecinos de dicha localidad a su condición de españoles pues no se hubiera entendido la celebración de la mencionada consulta si se percibiera que el resultado podría haber sido otro. La fiesta sirvió, también, para que el pueblo se convirtiera en adalid de la causa independentista, generando un gran revuelo en la corte política y mediática que facilitaron la publicidad del evento y su repercusión. El resultado fue abrumador a favor de la independencia de Cataluña, el establishment organizador quedó encantado de la vida con la pantomima y los hosteleros del pueblo aún más.

El entusiasmo del ayuntamiento catalán y de otros que piensan seguir el juego, es paradójico en comparación con el del caso irlandés, país protagonista del penúltimo intento de convergencia europea, precisamente por querer evitarla. 15 meses después de su “no” al Tratado de Lisboa, la Unión Europea ha tenido el detalle de permitir al pueblo irlandés volver a pronunciarse sobre el tema, en una suerte de segunda oportunidad para malos estudiantes que quizá no entendieron la cuestión en el origen. Así que, tras introducir los cambios necesarios para esquivar los dientes que sierran el proyecto (aborto, eutanasia, divorcio) y dejar sin capacidad de maniobra alguna a la Unión, mañana viernes Irlanda dirá lo que le parece el proyecto común y si está dispuesto a participar.

En el fondo de estas actuaciones existe una realidad nacionalista y caprichosa pues está aún por explicar la conveniencia de amoldar cuestiones de un texto constituyente para el agrado de uno de sus miembros más revoltosos. Más bien parece que los síntomas de fragilidad en la Unión afloran, dada la facilidad para secuestrar proyectos comunes. Como seguramente veremos mañana viernes, la cuestión de debate sobre los referéndums está en la diferente respetabilidad hacia cada una de las opciones. Nadie, al menos dentro de la UE, pedirá la celebración de otra consulta en el plazo de un año si mañana Irlanda decide aprobar el Tratado.

Y en este punto tenemos la similitud entre la “consulta” de Arenys de Munt y el referéndum de Irlanda. Un resultado imprevisto (por negativo) significa sólo una manera de decir “ya veremos”.

1 comentarios:

Rafael del Barco Carreras dijo...

TRAS EL ENSAYO POR LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA… EL ESTATUT.



Rafael del Barco Carreras



Cuando se flota en una romántica, para los más, e interesada para unos pocos, irrealidad, se cae de bruces… y puede que alguien haya pinchado el globo. Nuestros políticos son únicos manipulando sentimientos. Manipulaciones a tres bandas, con interesado Tripartito. Toda la trompetería en danza, incluido el miedo de LAS ANTORCHAS y el éxito del BARSA. Quizá sería elevarlo a digno de Maquiavelo atribuir a Zapatero, o a su equipo, urdir y alentar esas consultas antes de soltar el ESTATUT, que dicho sea de paso nos trae al pairo a la MAYORÍA DE LOS CATALANES. Nadie se partirá el belfo porque en ese texto haya una o varias palabras sobrantes, y menos si en el reparto del ENORME DÉFICIT PÚBLICO Y ENREDO FINANCIERO CATALÁN Y ESPAÑOL les permiten meter más mano en la caja y aumentar el agujero. Es de notar que el Estatut se aprobó y votó en plena burbuja financiero-inmobiliaria, y sus promotores pudieran no gozar del predicamento de hace tres años. Una caja que depende más de la paciencia de los europeos que de los deseos de Zapatero por contentar a quienes pueden mantenerlo en el Poder o defenestrarlo. Y los europeos ni de lejos entrarán en el juego de cuánto deben por separado españoles y catalanes. Que el agujero catalán es insostenible se desprende subliminalmente del nerviosismo de los profesionales locales de la Política cuando amenazan con la debacle (y antorchas) de no aprobarse el texto por el Tribunal Constitucional. Y aunque se aprobara, con y por la crisis, recaudarían menos de lo esperado y necesario, por lo tanto la DEBACLE es posible con y sin Estatut. Elucubraciones tan válidas como otras.

Después de lo visto en ese simulacro en que los románticos del catalanismo se han lanzado a la calle creyendo que tras ellos iban no el 30 por ciento del Pueblo sino el 100 por 100, me atrevería a asegurar que un ESTATUTO RECORTADO no provocaría mas allá de unas masivas manifestaciones de conducidos adictos. Con Barcelona, comarca y ciudades importantes, los trescientos mil, mucho para las cámaras y poco para la realidad y las URNAS. Recuerdo las de hace veinticinco años, con más o menos la misma cifra, ante la posibilidad de meter de nuevo en la cárcel a Jordi Pujol, y no por enaltecimiento del separatismo y la bandera catalana, sino porque Banca Catalana era una verdadera estafa. Perfecta manipulación. Aun guardo una póliza de compra de acciones que lo demuestra, y por lo que se condenó (condenas simbólicas) a su consejo de administración. La historia se repite, con otro disfraz y cifras multiplicando por decenas las de la Banca.

Y llevando el ascua a mi sardina, aseguraría que si esa mayoría absoluta, convertida en SILENCIOSA por una entelequia democrática, pudiera votar para barrer a TODOS LOS PROFESIONALES ACTUALES DE LA POLÍTICA, lo haría con MAYORÍA ABSOLUTA, pero por desgracia no existe el camino legal, por lo de “atado y bien atado”, y al igual que los separatistas, deberemos seguir aguantando. ¿Hasta cuándo las PRIMARIAS Y LISTAS ABIERTAS?