Al margen del discurso político, la recaudación de fondos es el principal reto de los candidatos en unas elecciones. No sorprende que en el caso norteamericano este extremo de la campaña esté también regulado y se establezcan modelos a elegir por los aspirantes. En concreto, Obama y McCain han tenido que decidir sobre dos tipos: un modelo mixto, con ayudas públicas y privadas que permite la recaudación de hasta 84 millones de dólares. O bien, un modelo privado en el que el aspirante busca sus propios canales de recaudación y que no establece límite alguno. La instauración de estos modelos data de la década de los 70, tras el Watergate, y tiene el objetivo de buscar la máxima independencia de los candidatos.
Pese al loable fin que plantea el sistema, Obama anunció en junio que rechazaba el modelo mixto, conocido como modelo “público”, contradiciendo su promesa inicial de aceptarlo. La decisión se entiende por el éxito de la candidatura demócrata en la captación de fondos. Valga como ejemplo los 150 millones de dólares que logró recaudar sólo en el mes de septiembre, récord histórico en procesos de este tipo. Así, no es de extrañar que la candidatura demócrata haya contratado media hora de televisión en horario de máxima audiencia para el próximo 29 de octubre (próximo miércoles), a sólo seis días para las elecciones.
Por todo ello, la situación de McCain se agrava. La mejoría de la crisis financiera que necesita para recuperar parte del terreno perdido en esta campaña electoral, lejos de producirse, se recrudece para sus intereses. El ex presidente de
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