27 de octubre de 2008

Obama, McCain y el voto del miedo


En las últimas fechas hemos venido comentando los derroteros por los que cada candidatura marcaba las estrategias que han de ayudarlos a conquistar la Casa Blanca. Como recordarán, la republicana es definida con frecuencia como “campaña del miedo” en la medida en que critica a Obama presentándole como un mal en potencia que, además, oculta información incómoda para sus intereses y, por tanto, no es fiable para presidir el país. De ese modo, ya no sólo se enjuicia el nivel de experiencia del candidato demócrata, sino que también se busca el acoso personal que roza la difamación, como en el caso de su relación con el terrorista Bill Ayers. Esta última cuestión se enmarca dentro de eso otro que no sabemos de Obama y que lo vuelve impredecible, plantean los republicanos.

En posts anteriores hemos señalado las razones por las cuales creemos que semejante estrategia es un error, por lo que no las repetiremos. Sí iremos un paso más allá para preguntarnos si desde la candidatura Obama-Biden se han dado pasos similares. En concreto, nos referimos a las reiteradas acusaciones de continuidad que el demócrata vierte sobre McCain en relación con el presidente Bush. Al margen de la evidencia que supone que ambos políticos pertenezcan al Partido Republicano, lo cierto es que el mensaje lanzado con frecuencia por Obama ataca los mismos cimientos que pretenden debilitar McCain y los suyos cuando dudan de la capacidad del demócrata; los de la credibilidad. La candidatura demócrata pone sobre la mesa el siguiente razonamiento: cuatro años con McCain es igual a cuatro años más de Bush, es decir, de falta de previsión económica, de pérdida de liderazgo mundial, de guerras, de desregulación y, por tanto, incremento de vulnerabilidad de todos ustedes ante los imprevistos, etc.

Pese a todo, creemos que existen varias diferencias fundamentales que no convierten a ambas fórmulas en caras distintas de la misma moneda pese a que comparten dosis de verdad, (Obama es un político relativamente inexperto y McCain ha votado a favor de las políticas de Bush en el 90% de las ocasiones). La primera es que el ataque del republicano es personal y no político. Y la segunda es que, en el caso de Obama, las andanadas en las que compara a McCain y Bush es sólo una parte de la estrategia que adopta, mientras que en el republicano creemos que es el exclusivo. La indefinición de la que McCain ha hecho gala desde que comenzara la campaña electoral desembocó en la adopción de esa fórmula de desprestigio y autoreivindicación de la que no ha sabido distanciarse para lanzar mensajes optimistas e independientes, en la línea de lo que predica.

(A ocho días de la celebración de las elecciones Barack Obama aventaja en más de siete puntos a John McCain).

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