Obama sumó ayer un nuevo hito a su historial donde incluye ser el primer candidato negro a la presidencia de los Estados Unidos o haber recaudado más que cualquier otro aspirante en un proceso electoral. Ese nuevo hito es más bien una revolución de lo que se venía haciendo hasta la fecha a nivel mediático. Con la compra del espacio televisivo de ayer por la noche, se abre un nuevo género de persuasión en la comunicación política, que da un paso más allá de los “minutos electorales” que la televisión pública, por ejemplo en España, ofrece a todos los candidatos para hacer llegar sus propuestas.
Lo del senador por Illinois es mucho más ambicioso. En primer lugar porque se enfrenta a un posible rechazo del público hacia una iniciativa que deja cuatro millones de dólares en autopromoción. Y en segundo, porque de no resultar un éxito, supone una manera muy costosa de “quemar” su imagen a pocos días de las elecciones. Pero, es evidente que también puede desencadenar efectos positivos.
Los 27 minutos de duración del vídeo trasladan el mensaje de Obama directamente a los corazones de los votantes. Los planos y la música están perfectamente acompasados para generar una reacción emotiva en el espectador. Obama trata temas como la economía, la salud, la energía y la educación a través de ejemplos de familias reales. Pero el demócrata lo realiza de un modo mucho más acertado que con el mero anunción de medidas, consiguiendo un efecto inmejorable en materia de comunicación; habla de valores y no de temas concretos. Cuando, por ejemplo, explica su propuesta de reducción de impuestos o de independencia energética, el telón de fondo que envuelve su discurso es la libertad, el trabajo, el sueño americano y la justicia, valores compartidos por la buena parte de la sociedad estadounidense, especialmente por la clase media que tanto menciona el demócrata en el vídeo.
En cuanto al guión, es optimista y en el plano emotivo va in crescendo. Al comienzo, pone sobre la mesa los actuales problemas de Estados Unidos, en una acusación velada a los republicanos y, por tanto, a John McCain. Las familias actúan como hilo conductor y eje del discurso. El final busca conmover al espectador. Obama recupera el discurso de los valores para, entre una sucesión de imágenes en blanco y negro, redondear el mensaje de esperanza y cambio que el demócrata intenta hacer llegar a los estadounidenses y que ayer fue seguido por más del 20% de aquellos hogares.
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