5 de noviembre de 2008

Presidente Obama


Al todavía presidente Bush hay que reconocerle, al menos, su actitud cercana y campechana. O eso, o no se entiende de otro modo la críptica felicitación que le dedicó a Barack Obama tras imponerse en las elecciones de esta madrugada en la que dijo “que te lo pases bien”. No parece que la realidad económica e internacional permita el nuevo presidente, que tendrá que superar un ajetreado trámite y esperar hasta el 20 de enero para ser nombrado oficialmente, seguir el consejo del actual presidente estadounidense que agota sus últimos 70 días como gobernante.

Puestos a reconocer méritos, es de justicia también destacar la actitud de McCain en su discurso de aceptación de la derrota. Es una pena que dejara su mejor mensaje para cuando tenía que constatar su derrota. Al republicano se le vio emocionado, creíble y patriota, cualidades que durante la campaña electoral fue incapaz de trasladar, lastrado por sus contradicciones y su incapacidad para distanciarse, si es que era posible, de la penosa herencia dejada por Bush.

Así que de momento, Obama saborea ya su éxito, aunque no fuera completo ya que no alcanzó la mayoría de bloqueo en el Senado. No obstante, puede que tras su discurso de ayer en Chicago en el que rescató algunos pasajes de aquel otro en la Convención Demócrata de 2004, esta fase no se prolongue en el tiempo, en la medida en que el proceso burocrático que se abre tras las elecciones deja poco espacio al disfrute. Entre el 9 de diciembre y el 20 de enero, Obama estará expectante a los rigores de un sistema electoral de votación indirecta, esto es, a la reunión del Colegio Electoral. Cabe recordar que los delegados no están obligados a votar por el candidato de su partido. A la par, Obama deberá configurar su equipo de colaboradores, una decisión primordial para un presidente. De hecho, podría decirse que es la decisión más importante que deberá tomar en el corto plazo. Y todo ello hasta que el 20 de enero a las 12 de la mañana hora de Washington, Obama jure su cargo, convirtiéndose en el presidente número 44 de los Estados Unidos y en uno de los mandatarios que alcanza el cargo con mayor popularidad dentro y fuera del país norteamericano.

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