11 de octubre de 2008

Un plan de rescate para McCain. A la deriva

En la candidatura republicana a la Casa Blanca las cosas no están claras. Desde que Palin calentara el segundo debate entre Barack Obama y John McCain, relacionando al demócrata con un grupo terrorista, las huestes dirigidas por Steve Schmidt, antiguo colaborador del arquitecto de campañas, Karl Rove, van dando tumbos. La gran diferencia a favor de Obama que otorgan los sondeos y la constatación en cierta medida de que ni McCain ni Palin están capacitados para nadar contra corriente, están llevando a los republicanos a una situación estrambótica que se traduce en, qué paradoja, mensajes confusos.

En el debate celebrado en el estado de Tennesse, el candidato republicano evitó la acusación directa a su rival en términos similares a los utilizados por su número dos y ayer viernes, McCain fue abucheado por sus partidarios cuando salió en defensa de Obama, al negar algunas de las consideraciones que sus seguidores realizaban del senador por Illinois. Incluso para McCain, se está llegando demasiado lejos en la búsqueda por deslegitimar al demócrata. Ese intento ha sido una estrategia patente desde el inicio de la campaña electoral. No obstante, los republicanos no parecen haber encontrado la tecla que les asegure el triunfo de su mensaje lo que provoca que se hallen en un proceso de pruebas un tanto alarmante.

Aunque todavía hay que mantener la cautela por el tiempo que resta hasta el 4 de noviembre y la celebración del último debate pendiente, lo que hasta ahora es un fracaso en el enfoque de la campaña, se debe a una no menos acertada visión de la realidad del país. Ha sido un presidente republicano el que ha llevado la batuta los últimos ocho años de la historia de Estados Unidos. Ha sido George W.Bush, el responsable de las políticas llevadas a cabo y, en general, de sus fracasos. Ante una realidad así, plantear la estrategia del miedo hacia un candidato por razones de inexperiencia y otras veladas de carácter étnico, supone semejante pirueta comunicativa que es inabarcable, incluso para los republicanos, expertos en la conquista y el mantenimiento del poder cueste lo que cueste.

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