Acostumbrados a tratar con cierta displicencia hacia nuestro vecino ibérico, parece como si este domingo sólo los alemanes decidieran su futuro político en unas elecciones cuyo interés más elemental radica en conocer a los nuevos socios de gobierno de la canciller Angela Merkel. Nos olvidamos, como digo, de que al otro lado de nuestra frontera ha tenido lugar una campaña electoral más bien sucia y en la que, a corto plazo, los intereses españoles son más dependientes, especialmente de la mano de la Alta Velocidad.
Echando un vistazo a las elecciones celebradas en el último año, especialmente en Europa, observamos la tendencia que la crisis económica ha impuesto en la lógica electoral de los países: el avance de la oposición y los partidos conservadores. Ejemplos en los que al menos una de las dos características ha tenido lugar, podemos encontrarlos en Moldavia, Bulgaria, Albania, Irlanda, Reino Unido, Eslovaquia y Macedonia. Sólo Luxemburgo ha optado por la continuidad y en países como Andorra e Islandia los beneficiados han sido los partidos socialistas precisamente por encontrarse en la oposición.
Con todo esto, queremos llamar la atención sobre una peculiaridad, quizá no tanto, de la opinión pública lusa, desconfiada de alternativas llamadas así por, simplemente, estar en la oposición. Si los resultados avalan lo adelantado en los sondeos durante los últimos días, el Partido Socialista del actual primer ministro, José Sócrates, se alzaría con la victoria aunque esta vez sin mayoría absoluta, con lo que a la crisis económica, Portugal uniría la política, consecuencia de un Parlamento fragmentado en dos grandes frentes.
Mientras, Europa espera a la decisión de los alemanes para conocer el plan de la locomotora de la Unión en la recuperación económica. Aunque algunos avances ya se tienen, como la promesa de bajada de impuestos por parte de la canciller Merkel, previsible vencedora. Pero al margen de propuestas electorales, esta campaña será recordada por el increíble respaldo popular a la ocurrencia de un humorista germano, que decía presentarse a las elecciones pese a ser un candidato ficticio perteneciente a un partido inexistente. Pues bien, alrededor de un 20% de alemanes afirmó que le votaría si existiera en realidad. Quizá todo un aviso para la clase política alemana y de toda Europa.
Nota: El sistema electoral alemán ha sido calificado como anticonstitucional por el tribunal del país.
1 comentarios:
Para que luego digan que a la gente no le interesa la política...
Lo que no le interesa ya a casi nadie son los políticos al uso, que es asunto distinto.
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